Sería necesaria una reducción significativa del consumo en Alemania,Hungría,República Checa y Eslovaquia.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió en un informe este viernes de que no habrá gas suficiente en Europa para la demanda prevista en el próximo invierno si se corta el suministro de Rusia durante un año como consecuencia del actual conflicto en el este de Europa y las sanciones occidentales contra Rusia.
De acuerdo al FMI, sería necesaria lo que llama una reducción significativa del consumo en este escenario extremo y señala a Alemania, Hungría, República Checa y Eslovaquia como los países que sufrirían las mayores restricciones, por su mayor dependencia de las importaciones de gas ruso y la interconexión de sus redes de distribución con aquel país euroasiático.
El FMI explica que “las importaciones que llegan desde los gasoductos de Rusia [el mayor proveedor de Europa] podrían ser reemplazadas (tal vez hasta dos tercios) con mayores importaciones de gasoductos no rusos, un aumento en las importaciones de gas natural licuado y un cambio de fuentes energéticas en la generación de electricidad”.
En correspondencia con ese informe, Europa no podría cubrir 66.000 millones metros cúbicos de demanda, lo que deja una sola alternativa: “Los gobiernos recurrirían a racionar el consumo. El déficit real de gas dependerá de varios factores que son difíciles de pronosticar, como las condiciones climáticas, las respuestas políticas específicas de cada país, así como su capacidad para reemplazar las importaciones de gas ruso”.
El impacto en el crecimiento económico en 2023 de un corte de suministro oscilaría entre 1 y 6 puntos para Alemania, para la que se prevé un incremento de la actividad del 2,7 por ciento para ese año. Mientras, sería de hasta 3 enteros para el conjunto de la eurozona (2,3 por ciento de crecimiento en el escenario central de 2023).
Las incertidumbre sobre la capacidad de Europa para suplir el suministro de Rusia aparecen, según el FMI, en que “el aumento de importaciones de gas natural licuado supone que los productores puedan expandir la producción en un mercado global ya tensionado”, y también en que “el cambio a fuentes de energía alternativas (nuclear, biocombustibles, energías renovables y otros hidrocarburos) depende de superar las restricciones para retrasar el cierre de plantas, la viabilidad de los costes y las posibles compensaciones con los planes de transición verde”.
Sobre la misma línea y en un tono muy pesimista, el Bundesbank, el banco central de Alemania, avisó en su último boletín mensual, publicado este mismo viernes, de que un embargo sobre el gas ruso afectaría al producto interno bruto en 5 puntos en 2022, “lo que desencadenaría un aumento en los precios de la energía y una de las recesiones más profundas de las últimas décadas”.
Esto se suma a las previsiones sobre la inflación en Europa. El FMI prevé que la inflación en 2022 alcance el 5,5 por ciento en las economías avanzadas y el 9,1 por ciento en las economías europeas emergentes.