La prensa a la orden de Eugenia Campos se mantiene firme en omitir toda responsabilidad contra la autoridad local, así como proteger la imagen de la gobernadora
Chihuahua. La misa realizada en pasado sábado con los cuerpos de los sacerdotes jesuitas en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, fue un evento que impactó a los fieles, pero también a los chihuahuenses, claro está, la clase política también se hizo notar, y la consecuencias políticas que lanzó la Compañía de Cristo a las autoridades, también retumbó, sin embargo, como es normal en Chihuahua, la prensa local dirigió todas las culpas y frases contra el gobierno federal.
Aunque el mensaje que lanzó Gerardo Moro, provincial de la Compañía de Jesús en México, estuvo equilibrado en cuanto a los hechos de violencia y la responsabilidad compartida del gobierno, los empresarios y también la iglesia, las portadas de los diarios impresos, y los títulos de las notas en medios digitales omitieron destacar el mensaje que se realizó directamente contra el gobierno estatal de María Eugenia Campos Galván.
Incluso algunos medios refritearon los comentarios lanzados por el pato Ávila, sacerdote jesuita involucrado con el grupo político de Javier Corral y que fue duramente criticado por los medios locales durante el gobierno de Corral, sin embargo ha sido este quién ha salido a los medios a respaldar la narrativa de la oposición, que critican la estrategia de seguridad de Andrés Manuel López Obrador, en atender las causas de la violencia con apoyos sociales.
La oposición moralmente derrotada ha puesto su última pólvora en impulsar campañas de odio y desinformación desde puntos de vista de la sofisma, frases cortas que hacen comparativos de la realidad que solo ellos ven o viven, o intentar ironizar con las circunstancias, como utilizar la frase «abrazos no balazos», del presidente, para ejemplificar que no actuará como Felipe Calderón donde convirtió el país en una carnicería, donde la policía federal era el enemigo de la mayoría de los grupos del crimen organizado para que otro cartel se apoderara de la plaza, esta guerra por el control del mercado de droga la disfrazo de una «guerra contra el narcotráfico», y dejó miles de muertos, desaparecidos, el surgimiento de nuevos grupos del crimen organizado, el incremento del tráfico de drogas, y del consumo interno, la militarización estaba a flor de piel, verdadera militarización de soldados que levantaban personas en las calles.
Los hechos de violencia que se desataron en Chihuahua, pocos meses después de que Eugenia Campos arribara al poder con el grupo de duartistas, había pasado desapercibido para el interés nacional, pero el asesinato de dos sacerdotes, en lo más recóndito de la sierra tarahumara, a manos de un criminal que por varias administraciones estatales ha estado protegido, destapó la cloaca en Chihuahua.
Casi una semana después se les pudo hacer el ritual cristiano a los jesuitas, luego de que sus cuerpos fueran arrebatados por su asesino, para luego abandonarlos en otra zona de la sierra, fue un trabajo de coordinación entre la Sedena, la Guardia Nacional y la policía estatal, así como la fiscalía; aunque la gobernadora solo mencionara a las autoridades estatales.
El Provincial de la Compañía de Jesús fue claro en su mensaje, donde no responsabilizó a una sola autoridad, sino a los tres ordenes de gobierno, también a los entes privados como los empresarios e incluso a la iglesia.
Algo que llamó la atención de la omisión que hicieron los medios bajo el control de la gobernadora, fue que se pidió dejar el camino de la violencia, y evitar enfrentarla con más violencia, las acciones coercitivas solo generan más dolor y no tienen ningún beneficio, por el contrario, tal y como la oposición defiende con el tema del «culiacanazo», que utilizan como ejemplo para culpar al presidente de la violencia, por haber permitido su liberación, cuando aquello sería una carnicería entre fuerzas del estado, malandros y civiles.
«Debemos cambiar la cultura de la violencia a una cultura de reconciliación y amor»; palabras más palabras menos; «más abrazos menos balazos»; obvio que los medios locales minimizaron esta petición, o simplemente la omitieron.
Otro reclamo que se hizo fue al mencionar las condiciones en las que los pueblos indígenas han vivido en la sierra tarahumara.
«Hicieron que los ojos de millones de personas por todo el mundo miraran hacia la tarahumara, lugar de contrastes, un paraíso que se ha ido corrompiendo, pobreza, injusticia, violencia, hambre, falta de recurso médicos y apoyo educativo», una responsabilidad que tiene tanto el gobierno federal como el gobierno estatal, no de ahora, sino de siempre.
Adelantó que ante la detención del asesino, por parte del gobierno ESTATAL, la postura de la Compañía de Jesús será de reclamo, donde se destacó que la sola detención no será suficiente, y lo repitió, «NO SERÁ SUFICIENTE», al recordar que la violencia por la que pasa Chihuahua y varias partes del país, no se solucionan con detenciones únicamente.
«No es suficiente, no es suficiente, la realidad de violencia no se va a resolver solo capturando a un cabecilla de grupo delictivo», dijo.
Exigió que se reconozca, al igual que se hizo con los sacerdotes jesuitas, la cantidad de casos impunes que existen en el estado; «ya no nos basta, ya no es suficiente, imploro a Dios que no olvidemos que sucedió», exclamó el Vicario, al pedir a los presentes tener memoria histórica.
Enfatizó la cantidad de asesinatos que hay en todo México, y como el crimen organizado ha expandido sus dominios en territorio nacional, así como el crecimiento de consumo y venta de drogas, donde la violencia es la forma en que se manifiesta este mercado.
«No podemos olvidar que hay una mercantilización de lo político, que cada vez atrae más economías ilegales, esto no es política, es nuestra realidad», dijo.
Finalmente, manifestó que el amor es más cuando se demuestra en obras que con palabras, por lo que ellos se mantendrán en la sierra tarahumara pese al nivel de inseguridad y violencia que priva la región en Chihuahua, y sostuvo que de igual forma seguirán ayudando en los lugares más recónditos de todo el país.
«No nos vamos a ir de la sierra tarahumara, queremos estar con nuestros pueblos indígenas, y que toda la sociedad, los gobiernos, empresarios, iglesia, tenemos la responsabilidad moral de tantos asesinatos, de personas desaparecidas, necesitamos hacer algo».
«La sangre de Pedro, Javier y Joaquín se unen al río de sangre que corre en nuestro país»…
Informó que hubo una invitación de los obispos de México para impulsar un diálogo nacional, por lo que apoyaba la iniciativa y ya no agudizar la polarización, construir caminos para la paz.
«El país necesita de todos, no existe un único solo responsable, todos tenemos responsabilidad, es una responsabilidad en esta tragedia nacional».
Cada quien, y cada medio tiene su propio interés, escuchan y publican lo que a conveniencia de sus intereses tenga, y en Chihuahua en estos momentos el interés de los medios de comunicación es, evadir la responsabilidad de la autoridad local y llevar todos los reflectores a lo nacional.