Israel ha impulsado una política de privatización del agua para desmantelar Palestina
Chihuahua. Semanas atrás el gobierno duartista de María Eugenia Campos Galván, recibió a una comitiva de israelís, para supuestamente realizar una valoración respecto a las circunstancias de Chihuahua y la problemática del desabasto de agua en la entidad.
El gobierno panista y sus autoridades, presumieron esta visita al exaltar que Israel ha sido un ejemplo a nivel internacional respecto a este tema, donde en la desértica región que han arrebatado a los palestinos desde 1948, han logrado ser un territorio prospero en materia de agua, sin embargo Israel ha sido ejemplo de la privatización de agua y este método como represalia contra la población palestina.
El grupo de «expertos», realizó sus investigaciones entre el 28 de junio al 6 de julio en todo el estado.
Mario Mata, quien funge actualmente como director Ejecutivo de la Junta Central de Agua y Saneamiento (JCAS) y quien cuenta con un largo historial de manejos turbios del agua, privatización y boicot contra el Gobierno de México en el conflicto de las presas en 2020, agradeció a Israel y su embajador Zvi Tal, por su presencia en Chihuahua, según la información pública, para garantizar la seguridad hídrica ante la sequía y escasez de este recurso.
Aunque Mata acusó en su momento al Gobierno de México, de «robar» el agua de Chihuahua, por el pago que se hace cada cinco años a Estados Unidos, y negaba rotundamente que en la región centro sur del estado los grandes caciques del nogal utilizaran agua en demasía y sin control, dijo que Chihuahua podría atravesar una situación crítica como Nuevo León en 10 o 15 años si no se toman acciones contundentes y serias para controlar la extracción de agua subterránea cada vez más intensa; también ya como director de la JCAS reconoció que los nogaleros son los principales extractores de agua en la entidad.
Llamó la atención que Mauricio Bicas, de la comitiva de Israel, recordó que se tuvo un encuentro a distancia para acordar el encuentro presencial entre el embajador Zvi Tal y la gobernadora Maru Campos con quien se tuvo una amplia reunión de trabajo.
Como parte de la agenda pública, las delegaciones recorrieron 2 mil 100 kilómetros en las siete regiones hídricas del estado, también se plantearon diversos retos en estas siete regiones como la estimulación de lluvias por medios artificiales, la remoción de flúor y arsénico del agua potable, promover la agricultura y ganadería sostenible, mejorar el tratamiento y reúso del agua y crear acueductos de alto impacto.
El manejo del agua de Israel en Palestina ocupada.
Para los medios locales, donde no existe crítica alguna respecto al gobierno de Eugenia Campos, mucho menos para el estado sionista de Israel, nunca se mencionó que la población palestina ha sufrido, entre muchos tipos de abusos y violaciones a derechos humanos, el arrebato del agua en las tierras que va ocupando el ejército de Israel, a través de un proceso de privatización en la administración del agua.
Durante las últimas cinco décadas de ocupación militar israelí en Palestina, la gestión de agua en Cisjordania y Gaza se ha visto limitada por varios factores, entre los que destaca la política y los factores económicos.
Cerca de 1.7 millones de resientes palestinos en la Franja de Gaza enfrentan las serias consecuencias de no poder contar con un suministro de agua potable en cantidad y calidad necesarias para la sobrevivencia. La situación aún es más compleja.
“Gaza ha sufrido durante mucho tiempo graves problemas de agua, con su acuífero contaminado por aguas residuales, productos químicos y agua de mar y las tres plantas de desalinización del territorio no pueden satisfacer la demanda. Para beber, la mayoría de los ciudadanos dependen de agua importada, embotellada”.
El problema no es nuevo, es parte de los objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 6 de las Naciones Unidas), y más allá de los conflictos y muertes de todas las semanas, muy pocos periódicos le dan la cobertura mediática necesaria para enfrenta con inteligencia y eficacia un desafío que no es solo de la franja de Gaza, sino que cada día más es un problema mundial.
La gestión de los recursos públicos, incluida el agua, ha estado completamente en manos de Israel ya que este Estado asigna unilateralmente la proporción de agua entregada a las comunidades de refugiados palestinos tanto para la satisfacción delas necesidades de uso doméstico como también para la agricultura. Lo que podríamos llamar como los Derechos de Aprovechamiento del agua, tal como existen en Chile son evidentemente superiores para los habitantes israelíes en la franja de Gaza en comparación con el resto de la población.
Si a ello sumamos el hecho de que “más del 30 por ciento de los hogares en Gaza solo tienen acceso a agua corriente durante seis a ocho horas, una vez cada cuatro días”, estamos en presencia a todas luces de una vulnerabilidad inequívoca de los derechos humanos más fundamentales que existen, consignados y consagrados en el Artículo 22° de la Carta de los Derechos humanos de las Naciones Unidas.
Artículo 22°. “Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad”.
Ante tan compleja situación mundial, no se necesitan necesariamente la aprobación o modificación de leyes, como tampoco necesariamente la formulación, ejecución y evaluación de Políticas Públicas a largo plazo para enmendar y/o mitigar los efectos de la escasez; tal situación requiere que los ciudadanos afectados movilicen sus demandas a las instituciones, que se les permita su participación en el campo de la deliberación de decisiones, y por sobre todo, que se congregue a la sociedad civil en organizaciones que permitan disputar sus intereses ante los intereses económicos y políticos: la lucha por el agua es y debe ser transversal a toda la sociedad.
“El agua (del grifo) es salada, como si saliera directamente del mar. Hemos dejado de beberlo”, dijo Najar, padre de seis hijos, mientras hacía cola para obtener agua en la estación de desalinización en Khan Younis.
De la poca agua que los refugiados palestinos pueden beber, proceden de pozos demasiado profundos a los que es difícil acceder sin la tecnología necesaria; además, de la cantidad de agua que depositan en contenedores, procede de fuentes contaminadas del Mediterráneo ya que “la cantidad de agua accesible para los palestinos en Gaza es inferior a un tercio de los niveles de consumo de un ciudadano israelí, y muy por debajo de los estándares mínimos recomendados por la Organización Mundial de la Salud”.
En comparación incluso con la situación en Chile, la crisis del acceso del agua a los refugiados palestinos se hace más evidente cuando la calidad del agua no es ni siquiera suficiente para satisfacer la demanda local en poblaciones que sobrepasan la oferta de agua disponible: “las personas en Gaza no pueden usar el agua que entra en sus casas para beber; Lo usan para fines domésticos, pero para beber, tienen que confiar en los camiones. Hay unos 150 operadores que proporcionan algún tipo de agua desalinizada que se ha filtrado para que sea aceptable para beber y para cocinar”.
Además del enfoque puramente técnico acerca de la escasa disponibilidad agua potable de la que pueden acceder las poblaciones de Cisjordania, hay también un enfoque político del conflicto mismo, ya que “(…) Israel solía entregar buenas cantidades de agua, pero la demanda ha aumentado con el crecimiento de la población, y el volumen de agua dulce provisto por Israel en virtud de los Acuerdos de Oslo de 1993 está muy lejos de lo que necesita ahora”, ya que anteriormente si bien el Estado de Israel con respecto a los habitantes palestinos “se les asignan actualmente 80 mcm por año para uso doméstico, dejando el consumo per cápita bajo demanda reprimida en un promedio de 30 cm/año”[8], no logran surtir las principales necesidades domesticas como de sobrevivencia económica.
Debido a que el Estado de Israel considera el problema del agua como un asunto de seguridad nacional dado que controlan la cabeza del río Jordán, las aguas que bajan desde la montaña Hermón hasta el lago Tiberiades son potables y, tal como en Chile con los Derechos de Aprovechamientos del agua, las aguas que se depositan en el mismo lago son poco tratadas y están contaminadas, a las cuales son las únicas que tienen acceso los refugiados palestinos.
Y dada la disponibilidad misma del recurso en un territorio caracterizado por la escasez de lluvias, “los que viven en los territorios palestinos ocupados tienen acceso a unos 300 millones de m3 por año, mientras que la población israelí tiene acceso a unos 2000 millones de m3 por año”.
Ante ello, y al no haber voluntad de cooperación de parte del Estado de Israel, instituciones como el Banco Mundial han avanzado en una agenda proclive a proteger los derechos de los refugiados palestinos a acceder no solamente al agua como un recurso básico e indispensable para la subsistencia económica, sino que el agua como un recurso apropiado en cantidad y calidad, dado el contexto de contaminación de las aguas extraídas del Mediterráneo, ya que “(…) se estima que el 26%de las enfermedades en Gaza están relacionadas con el agua” usada en la agricultura de subsistencia de los refugiados palestinos.
Finalmente queda pensar, los verdaderos motivos de la presencia de «expertos» israelís en Chihuahua, una región que sufre la escasez de agua, y los conflictos sociales por este problema ya se han registrado, además de ser una región fronteriza con el sur de Estados Unidos, donde también ha avanzado en el acaparamiento de agua, además de los intereses locales de los grandes caciques e industriales por hacerse del agua, ¿de qué forma ayuda Israel? o más bien ¿a quién vienen a ayudar?.