Un desastre la seguridad en el estado mientras grupos criminales pelean la plaza; la estrategia de seguridad que utilizó Calderón en su gobierno

Chihuahua. El estado de Chihuahua ha regresado en pocas semanas a los tiempos del calderonato, cuando los grupos del crimen organizado hacían lo que querían, masacres, desapariciones, secuestros, fosas clandestinas, desplazamientos masivos y miedo.

Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, sacerdotes jesuitas asesinados por un líder criminal (Los Salazar), subgrupo del cartel de Sinaloa, exhibió a nivel internacional las condiciones de inseguridad en la sierra y en todo el estado de Chihuahua, así como algunas entidades a nivel nacional.

Sin embargo, la estrategia de seguridad que aplica la gobernadora María Eugenia Campos Galván, en contra parte del gobierno federal de atener las causas de la violencia, tampoco han dado resultado, por el contrario, ante el arribo de Eugenia Campos a la gubernatura, el índice de delitos de alto impacto, así como los ajustes de cuentas y enfrentamientos entre grupos del crimen organizado comenzó a arreciar.

La ola de violencia que azota a Chihuahua parece haber desbordado hace algunas semanas, cuando comenzaron a aparecer cuerpos encobijados, torturados, con mensajes e incluso con marcas en los cuerpos con las iniciales de un grupo criminal en la región de Cuauhtémoc, la entrada a la Sierra Tarahumara.

También se han registrado masacres en la frontera, enfrentamientos y asesinatos a plena luz del día, dejando víctimas circunstanciales, como el caso de un niño en Cuauhtémoc, una situación que conmocionó a Chihuahua, pero que no fue mediatizada a nivel nacional, hasta el asesinato de los sacerdotes jesuitas.

El prianismo que rodea al gobierno de Eugenia Campos ha utilizado la maquinaria mediática de la gobernadora para criticar la estrategia de seguridad del gobierno federal, donde se prioriza la atención a las causas de la violencia, intentan disuadir las filas de los grupos criminales, brindar oportunidades a los jóvenes y principalmente evitar los baños de sangre que se vivían en el gobierno calderonista.

Por el contrario, el gobierno de Campos Galván ha impulsado y hace gala de un aparato de seguridad coercitiva, compra y renta de unidades para la fiscalía y policías, en los municipios se replica la adquisición de patrullas en circunstancias irregulares, pero que la prensa local busca vender como la gran acción de seguridad.

De igual forma, en Ciudad Juárez, donde se concentran los hechos de violencia y los asesinatos, Eugenia Campos anunció el mes pasado una importante inversión para construir una enorme torre de vigilancia, un «elefante blanco», donde se concentre la burocracia de seguridad.

Incluso la gobernadora violentó las leyes nacionales ha pactar un convenio de colaboración con el gobernador de Texas, donde se instalará un sistema de vigilancia en la frontera en Juárez, la cual llevará información directa al estado vecino de Estados Unidos.

Y mientras con bombo y platillo se anuncian acciones de «seguridad», la ola de violencia comenzó a convertirse en un tsunami, imparable, pues han comenzado a aparecer nuevamente narcomantas, cuerpos en brechas cercanas a las principales ciudades de Chihuahua.

Ahora, ante el shock que pasa por la administración duartista, donde los reflectores internacionales han comenzado a calar, la gobernadora en una acción de desesperación mediática, aparece frente a blindados de la policía estatal y la fiscalía, que más pareciera ser otro grupo criminal en Chihuahua; al estilo calderonista se busca mediáticamente dar una falsa imagen de seguridad.

Mentor y promotor político de Eugenia Campos, Felipe Calderón es cercano a la administración estatal.

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