Se calculan más de 2 millones 200 mil personas que asistieron a la marcha en celebración de los cuatro años de la Cuarta Transformación.
México. La asistencia real, superó la convocatoria, «se le pasó la mano al presidente», se escucha decir, en medio de expresiones de apoyo a Andrés Manuel López Obrador, y un incesante «Es un honor, estar con Obrador», que nunca terminó durante las más de 7 horas de movilización.
Desde la noche del sábado 26 de noviembre, comenzaron a llegar personas al Angel de la Independencia, desde donde iniciaría la marcha el presidente. Al siguiente día, desde las 6 de la mañana comenzó a abarrotarse todo Reforma y avenidas aledañas, a las 7 AM, ya era una marabunda de contingentes.
Los contingentes eran de los militantes y simpatizantes de todos los estados, quienes se aglomeraban en las calles que daba con Reforma, la cual ya estaba abarrotada. También había familias enteras, llevaban a sus abuelos, muchos en silla de ruedas, era una situación dura, ahí en medio de la masa, sin embargo, las sonrisas pintaban todos los rostros.
A las 8 AM, ya era notable que la marcha, era más bien un tipo de concentración masiva, y se rumoraba que hasta el zócalo, ya estaba todo lleno, y no se podría avanzar nada.
Esto generó que algunos contingentes comenzara a avanzar por calles alternas, y poco a poco comenzó la movilización, luego que se supiera que AMLO había iniciado en el Angel de la Independencia.
Se dio a conocer que el final de los contingentes salieron del Palacio de los Deportes.
Y cerca de las 10 AM, comenzó la masa a moverse, porque aquello ya era una masa humana, que a pasos cortos comenzó a avanzar en dirección al zócalo.
Ingresar a la principal arteria, que era Reforma, se convirtió en toda una odisea, era el choque de ríos humanos, donde los contingentes se fueron acomodando a como se pudiera, ahí los contingentes se separaban y los grupos se dividían.
Sin embargo, con grupos de personas de distintos estados, se unieron a nuevos contingentes, mixtos, y juntos mantenían el ritmo y la alegría, coreaban las consignas, «Es un honor, estar con Obrador», y gritaban el nombre de sus estados, mientras eran aplaudidos por los espectadores al llegar al monumento a Cuauhtémoc, donde los habitantes de la Ciudad de México comenzaron a recibir con aplausos y vítores a los visitantes.
La alegría era convulsa, había mariachis, bandas de todos los estilos, la tambora, la cumbia, era una fiesta colectiva.
«Estas sí es una marcha, no chingaderas», gritaba un anónimo en medio de la multitud.
La frase «pata rajada», se repetía constantemente en lonas y cartulinas, en lo individual, era la respuesta del pueblo contra el racismo que se lanzó semanas atrás en la marcha de la derecha conservadora.
Orgullosos de ser parte del pueblo, de ser indígenas, de ser chairos, y de ser «acarreados», colmaron las calles del centro histórico de la ciudad de México.
El zócalo se llenó, incluso antes de que iniciara la marcha, llegaba gente de todos lados, los sistemas de transporte colapsaron.
Incluso hubo riesgo, pero afortunadamente no sucedió nada negativo, cuando los contingentes comenzaron a llenar el zócalo tuvieron que regresar, contracorriente de la marcha que seguía llegando, por varias calles, era un espectáculo de masas movilizadas.
Las calles que rodean el zócalo, estaban repletas, no había ni un espacio en las aceras para descansar, los teléfonos celulares estaban imposibilitados para enviar o recibir mensajes o llamadas, no daba el servicio de wifi, eran demasiados.
Los negocios de la zona hacían su agosto, miles y miles llegaban y llegaban, sedientos y acalorados, arrasaban con todo lo que fuera líquido, sin importa el precio.
Mientras tanto, AMLO intentaba llegar al zócalo, en medio de miles que intentaban saludarle, aunque protegido por figuras como Claudia Sheinbaum, Adan Augusto y Marcelo Ebrard, así como un grupo de seguridad, la masa los envolvía, por lo que tardó casi seis horas en lograr llegar, para luego dar el informe de los cuatro años.
Era el pueblo que se expresaba, que celebraba el triunfo de un movimiento del que se sienten identificados, y también marcharon para demostrarle a la derecha que las calles, siguen siendo terreno de la izquierda y claro está, del presidente Andrés Manuel López Obrador.