Francia. Los organizadores de los Juegos Olímpicos de París 2024 ofrecieron disculpas a todos aquellos que se hayan ofendido por diversas referencias a símbolos y escenas de culto religioso, en la inauguración de los juegos.
Los organizadores ofrecieron disculpa a cualquier persona que se haya sentido ofendida por la representación de “La Última Cena” durante la ceremonia de inauguración.
En el evento inaugural de la justa olímpica se recreó una escena que muchas personas asimilaron a la pintura de artista italiano Leonardo Da Vinci, y que de acuerdo a expertos en arte, se trató de la recreación de otra obra, en donde se aprecia a dioses griegos.
La representación presentó a la DJ y productora Barbara Butch, un ícono LGBTQ+, flanqueada por artistas drag y bailarines, lo que molestó a la comunidad cristiana, pero también a sectores del islam, puesto que Jesús también es reconocido como profeta por los musulmanes.
Esta imagen provocó que conservadores religiosos alrededor del mundo condenaran el segmento, mientras que la conferencia de obispos de la iglesia católica de Francia, lamentó las “escenas de burla” para la religión.
En redes sociales, para intentar contrarrestar las críticas de los sectores conservadores que expresaron su repudio a esta inauguración, se comenzó a asegurar que no se trataba de una representación de «La última cena», del pintor Leonardo Da Vinci, que refirió su icónica pintura a la cena en la que Jesús habría pasado su última noche con sus seguidores, y donde reveló que sería traicionado, la pintura se realizó entre 1495 y 1498 durante el Renacimiento, cuando la Iglesia Católica tuvo su máximo esplendor y poder en Europa, hicieron de la pintura una imagen «oficial» como referencia a este eventos de culto en el cristianismo.
Se descalificó como de «ignorantes» a quienes aseguraban que la representación en la inauguración de los Juegos Olímpicos se trataba de «la última cena», y sostuvieron que en realidad era «El festín de los dioses» del pintor holandés Jan van Bijlert en donde se aprecia a dioses de la mitología griega, en una fiesta alcoholizados y bailando, una obra realizada aproximadamente en el año 1630.
En ningún momento de manera oficial se indicó que la referencia era a esta obra, sin embargo en la página de X de París 2024, se publicó esta escena, y se aseguró que el personaje principal, un hombre semidesnudo, con un body pain azul y cabello amarillo, era el dios griego Dionisio.
«La interpretación del dios griego Dioniso nos hace tomar conciencia del absurdo de la violencia entre seres humanos», decía en el mensaje de X.
¿Qué representaba para los griegos el dios Dionisio?
Es muy interesante el simbolismo y significado que los organizadores de los juegos intentaron dar al mundo, puesto que Dionisio es un dios polémico, ligado a los excesos e incluso la lujuria, en tiempos del imperio griego.
De manera general, el dios griego Dionisio, adorado después por los romanos con el nombre de «Baco», era el dios del vino y la vida vegetal, la embriaguez, el éxtasis y las fuerzas primitivas de la naturaleza, así como a la locura ritual y dios del caos. En en imperio griego, también era llamado Eleuterio (libertador de mentes), por lo que su adoración era controvertida y para los misterios de la antigüedad , era uno de los mayores cultos en aquellos tiempos.
El culto a Dionisio conlleva elementos rituales en occidente, de trance extático, sexualidad, dramatización e historia mítica, como dios del teatro y las artes escénicas, que en parte de sus ritos se refería a su pasión, muerte y resurrección, por esto también conocido como «el nacido dos veces».
Dentro de los cultos que se realizaban en la antigua Grecia, existían los misterios dionisiacos, que eran unos rituales secretos y sagrados, en donde se realizaban varias prácticas, danza, éxtasis, música frenética, sacrificios, sexo y consumo de vino, que los griegos consideran en su consumo y embriaguez, el conectar con la esencia divina.
En estas fiestas se consumía el denominado «vino griego», o «vino negro griego», que a diferencia del actual vino conocido, además de la uva fermentada, se le agregaban plantas y/o hongos alucinógenos, por lo que se bebía junto con agua, para evitar el consumo puro, ya que se podía caer en la locura permanente o incluso la muerte por intoxicación.
Llegar al estado de embriaguez con el «vino griego», era para buscar alcanzar el «espíritu de la naturaleza» o el estado salvaje de Dionisio, por lo que las actividades se realizaban con danza y música.
El principal festejo o celebración para Dionisio, eran «la gran Dionisia», que se realizaba en la ciudad de Atenas por varios días, en donde por las mañanas y con la luz solar había concurso de comedia y drama de escritores y poetas, y por las noches había danzas, ritos y orgías.
Se relaciona en lo simbólico al culto a Dionisio, la piña, el leopardo, el toro, la serpiente, la cabra y el vino, así como a la luna, la naturaleza y la fertilidad, reconocer el vivir en armonía con la vida natural y la veneración de los ciclos de la naturaleza.
A Dionisio se le relaciona con la alegría desenfrenada y la embriaguez, pero también con la pasión y resurección, por lo que el beber el «vino negro», simbólicamente era una referencia a conectar con Dionisio, en medio de la intoxicación ritual, la música y la desinhibición, el baile y el sexo los liberaba de lo mundano para una unión mística con la deidad.
Posiblemente el objetivo de los misterios dionisiacos era llegar a un punto de catarsis emocional, de liberar pensamientos reprimidos en lo colectivo, lo que suponía una conexión natural o animal del ser humano, incluyendo los aspectos más oscuros, para ellos era también una reconciliación con la oscuridad y los deseos reprimidos. Referencias sobre Dionisio en este texto, gracias a Revelando el Velo.
Así que, nada que ver la «última cena» del cristianismo y la representación de «el festín de los dioses» de las deidades griegas, aunque la similitud estética de ambas obras llama la atención, debido a que en el Renacimiento, los artistas poseían un alto conocimiento de los histórico, los religioso y en muchos casos de misterios ocultos, que plasmaron en sus obras, en algunas ocasiones de formas muy evidentes y otras en mensajes ocultos, la relación entre las distintas religiones de civilizaciones antiguas y el actual cristianismo, que surge también de creencias rituales y ceremoniales de otras civilizaciones.
Volviendo a la polémica de los Juegos Olímpicos de París 2024, la Comunión Anglicana en Egipto expresó su “profundo pesar” y dijo que la ceremonia podría hacer que el Comité Olímpico Internacional pierda su identidad deportiva y su mensaje humanitario.
Por su parte, el director artístico de la ceremonia, Thomas Jolly, aseguró que su objetivo era celebrar la diversidad y rendir homenaje a la fiesta y gastronomía francesa, aunque también se dijo orgulloso por revolucionar la ceremonia de apertura, pero que no buscaba representar el cuadro de Da Vinci.
“Nunca encontrarán por mi parte ningún deseo de burlarme, de denigrar nada. Quise hacer una ceremonia que reparara, que reconciliara. La idea era más bien hacer un gran festival pagano conectado con los dioses del Olimpo… Olympus… Olimpismo», aseguró.