El 70 % de la 47.ª Brigada Mecanizada de las Fuerzas Armadas de Ucrania no tenía ninguna experiencia en el campo de batalla, según un alto mando del batallón.
Cálculos que resultaron erróneos y profundas diferencias de criterio entre los Gobiernos de Ucrania y Estados Unidos marcaron la preparación de la contraofensiva que el país eslavo lanzó a primeros del pasado mes de junio, expone The Washington Post, que repasa en un artículo los factores que contribuyeron al fracaso de la misma.
«Cada parte culpaba a la otra de errores o errores de cálculo», escribe el medio. En particular, las opiniones divergían sobre cuándo lanzar tan esperada contraofensiva. Washington insistía en que se pusiera en marcha en abril, pero Kiev alegaba que era prematuro hacerlo en primavera, debido a la falta de armas y de entrenamiento.
Aprovechando este retraso, Rusia reforzó sus líneas y colocó numerosas minas en distintas zonas, lo que, según los militares estadounidenses, dificultó significativamente el avance de las tropas ucranianas.
Otro punto de discordia eran los frentes donde debían concentrarse las fuerzas ucranianas. El país norteamericano abogaba por un ataque masivo en la provincia de Zaporozhie, hacia Melitópol, con el objetivo de cortar la ruta terrestre de Rusia a Crimea, una línea de suministro crítico. Por su parte, Kiev insistió en avanzar por tres frentes: en la provincia de Zaporozhie, hacia Melitópol, y también hacia Berdiansk y en el frente de Artiómovsk (ciudad conocida como Bajmut en Ucrania).
Pese a los ejercicios de guerra llevados a cabo en los primeros meses de este año en una base militar estadounidense en Alemania, en los que participaron militares ucranianos, británicos y del país norteamericano, el periódico señala que Washington calculó mal hasta qué punto las tropas del país eslavo podrían transformarse en una fuerza de combate al estilo occidental en un corto periodo de tiempo.
Durante aquellos simulacros, Estados Unidos advirtió a Kiev de su estrategia sobre los tres frentes de la contraofensiva. «Sé que realmente, realmente, realmente quieren hacer esto, pero no va a funcionar», señaló un exfuncionario estadounidense.
En cualquier caso, tanto funcionarios estadounidenses como ucranianos criticaron esos ejercicios de guerra. «Para nosotros era fácil decirles en un ejercicio de mesa: ‘Bueno, tienen que centrarse en un lugar y presionar muy fuerte'», indicó un alto cargo norteamericano. «Iban a perder mucha gente y gran parte del equipo», admitió.
Por su parte, un alto funcionario militar ucraniano sostiene que los simulacros de guerra «no funcionan», debido a que las nuevas tecnologías han transformado la lucha el campo de batalla.
Esos y otros problemas salieron a relucir cuando el 8 de junio se inició la contraofensiva. La 47.ª Brigada Mecanizada, entrenada en Alemania y equipada con armamento occidental, esperaba llegar a la localidad de Rabótino en las primeras 24 horas, para avanzar posteriormente hacia su objetivo, Melitópol, controlada por las tropas rusas.
Sin embargo, tuvieron que pasar 12 semanas, en vez de los cuatro días planeados, para que las fuerzas ucranianas lograran llegar a Rabótino, debido a la presencia de extensos campos minados y fortificaciones.
Además, según un alto mando de la 47.ª Brigada, cerca del 70 % de los soldados del batallón no tenía ninguna experiencia en el campo de batalla. Algunos de los soldados señalaron que los militares estadounidenses que los entrenaban en el país germano no comprendían la magnitud del conflicto y no tenían en cuenta que iba a haber una gran cantidad de drones, fortificaciones y campos minados. «Tuvimos que mejorar las tácticas durante la batalla misma», dijo uno de ellos.
En total, Ucrania recuperó solo unos 200 kilómetros cuadrados de territorio desde el inicio de la contraofensiva, a un coste de miles de muertos y heridos y miles de millones en ayuda militar.